lunes, 2 de marzo de 2009

Cobardes

Ambientación nana BSO "Laberinto del fauno"
El niño apaga la luz y se introduce en su cama. Un sentimiento de lástima inunda su interior. Impotencia, miedo, asco, pena de sí mismo. ¿Hay algo más miserable? Toca su pierna, aún le escuece la herida; palpa su espalda, aún le duele. “Menos mal que hoy no ha sido en la cara y no he tenido que mentir a mamá”. Siempre ha pensado en pedirle ayuda pero no, sería un chivato y un miedica que necesita ayuda de su mamaíta. Si le ve los moratones se limitará a decirle que se cayó con la bicicleta y mamá le creerá porque ella siempre asegura que es un chico algo especial pero confía fuertemente en él y cree que su hijo acudiría a sus brazos con los ojos llenos de lágrimas si algo ocurriese, como cuando su hermana le quitaba los juguetes. Pero ya no era así, él había crecido y no quería llenar de problemas a mamá; debía aparentar ser un niño fuerte, aunque no era así cuando rodaba de mano en mano de sus dragones. ¿Dragones? Recuerda un cuento que papá le contó hace mucho, en el que el valiente caballero acababa con todos ellos y era nombrado el Gran Valeroso… Valentía… Arropa su cabeza, disfruta de la calidez de las sábanas, se siente a gusto, está protegido…
…Se queda dormido visualizando cómo acabaría con los dragones…
Metros allá, una persona se arropa hasta la cabeza para encontrar serenidad, ha estado llorando. Se siente culpable, sin haber hecho nada.
Eso es, nada.
No puede quitar la imagen de la cabeza. Ni los gritos. Esa persona se había especializado a través de cursos y creía estar concienciada con este tema. Pero nunca se había encontrado cara a cara con la situación sin ser la autoridad que podía deshacer el problema. Ahora la situación era diferente, estaba a metros desde su ventana. ¿Ahuyentar a los dragones? No escucharían y, en tal caso, no serviría de nada. ¿Ir en su ayuda? No podía, era una propiedad privada. ¿Llamar a los caballeros? No, considerarían que era cosa de chiquillos. Pero esta persona se rodeaba de niños y vivía como un niño…y estaba sintiendo lo que él. Y no le servía nada de esto como excusa. No quería ponerse una venda y olvidar, como hacen los demás.
Anoche el niño y esa persona cobarde estaban conectados.
El niño duerme sin saber que había alguien mirando y pudo ayudarle.
La persona cobarde duerme teniendo pesadillas sin poder salvarse.

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